lunes, 2 de marzo de 2009

El Gernika de Zalamea

EL Membrillo Bajo es una aldea que está más que abandonada. Está arrasada hasta sus cimientos. Sus ruinas, invadidas por las plantas, atestiguan lo que una vez fue una pedanía de Zalamea, habitada por algo más de 100 habitantes. Cada una de sus piedras tiene una fecha invisible grabada: 1937. Ese año, en mitad de la Guerra Civil, la aldea fue borrada del mapa, incendiada y bombardeada por un grupo de milicianos falangistas y miembros del Ejército. Los habitantes de El Membrillo huyeron a lugares cercanos como la misma Zalamea o El Membrillo Alto. Detrás dejaron a una quincena de vecinos que, durante aquel año, habían sido torturados y fusilados o incluso pasados a cuchillo por los fascistas. "Esto fue una matanza", describe José Moyano, hijo de uno de los pocos testigos de entonces que sobrevive. Su padre tenía siete años cuando 'volaron' la aldea y perdió a varios de sus tíos en la carnicería. "Mi padre recuerda que, cuando quemaron el pueblo, unos falangistas subieron hasta El Membrillo Alto, donde él vivía. Uno de ellos lo cogió en brazos, lo aupó para que pudiese ver cómo ardía El Membrillo Bajo y le dijo: ¿Ves lo que le hemos hecho a esa aldea? Pues con la tuya vamos a hacer lo mismo”, dice José. Por suerte, al final, las milicias que habían martirizado durante casi un año a los vecinos de El Membrillo Bajo, dejaron en paz a los de El Alto.